• Siguenos en Flickr
  • Siguenos en Blogger

Capítulo I: Enjoy the Silence

En noviembre de 2016 los miembros de Luces del Pasado montamos una exposición en Parla. Un fin de semana en el que pudimos mostrar una pequeña muestra de nuestro trabajo y en el que tuvimos la oportunidad de saludar y charlar con amigos que se acercaron para ver lo que habíamos montado.

Entre todos ellos se encontraba César Vega. Horas antes César me había enviado un mensaje al móvil en el que me decía que se iba a pasar a ver la exposición y que tenía una proposición que hacerme.

Lo cierto es que podría haberle dado una respuesta a la proposición que aún no me había hecho. Y es que tenía bastante claro en qué iba a consistir.

Cuando ese sábado por la tarde nos vimos, me dijo:

- "Lofoten. Marzo del año que viene."

Creo que tardé menos de 5 segundos en decirle:

 - Sí. Me apunto.

Debió de parecerle muy poco el tiempo el que tardé en darle una respuesta. Quizá esperaba que me tomara unos días para pensármelo antes de darle una respuesta definitiva. Recuerdo que puso cara de asombro y dijo:

- ¿¿Ya?? ¿Ya lo tienes claro?

No había mucho que pensar. Hacía mucho tiempo que yo tenía ganas de visitar Lofoten. Después de las fantásticas fotos que grandes fotógrafos habían sacado del lugar, sabía que se trataba de un sitio impresionante que había que conocer.

Además, las condiciones del viaje iban a ser muy parecidas a las del viaje a Islandia de 2015, es decir, viaje fotográfico con César y Javier Vega, a quienes este año se había unido Alfonso Lalastra. No, no había mucho que pensar. Una vez cerrado el grupo con mi confirmación, César me contó los detalles: fechas, vuelos, alquiler de coche, etc. 

En fin, que desde ese día empezó a forjarse un nuevo viaje fotográfico, un nuevo viaje ilusionante. Por delante habría unos meses de preparativos, de "empaparte" de fotos de los sitios que íbamos a visitar.

Y llegó el día del viaje. Un viaje de muchas horas, pues teníamos que coger 2 aviones, con algunas horas de escala, y, para rematar, 3 horas de viaje en coche. Para colmo, yo iba medio constipado, y acabé por la noche bastante hecho polvo. Tanto, que cuando llegamos al cementerio de Flakstad pensé en quedarme en el coche. Ahora bien, cuando la Dama Verde salió a saludarnos, se me curaron todos los males. Cogí la cámara y el trípode y me metí en el cementerio.

Hay gente a la que cuando les digo que he hecho fotografía nocturna en un cementerio, ponen caras raras que no sé muy bien cómo interpretar. A algunos les infunde mucho respeto y lo de hacer fotos en un cementerio no lo ven bien. Otros no le ven el atractivo por ninguna parte... Llamadme tío raro pero, a mí, dependiendo del cementerio, sí que me atraen. Por otro lado, cuando las cosas se hacen con respeto, es (o debería ser) difícil levantar susceptibilidades. El caso es que fotografiar cementerios no está prohibido, así que allí nos metimos los 4.

Para los que no habéis fotografiado nunca la Aurora Boreal, debo deciros que la luz no es instantánea, es decir, no es un fogonazo o una luz de 2-3 segundos, pero tampoco hay que dormirse en los laureles para tomar la foto pues, aunque el movimiento no sea excesivamente rápido, la Aurora se va moviendo y, si no te das la prisa suficiente, lo que en un momento ves en el cielo, (la forma, la figura que tiene, etc),en pocos segundos  podrá cambiar y es posible que lo que al principio te gusta compositivamente hablando, en 10 segundos no te llame tanto.

Con la foto que veis esta noche se dio lo que acabo de contar. Como sabía que la Aurora es cambiante, planté el trípode casi sin planificar la foto, coloqué la cámara, ajusté parámetros, enfoque y a disparar. En esta foto no fue necesario iluminar nada, pues a mi izquierda había farolas y una pequeña ermita con un farolillo y entre todos esas luces y la propia luz de la Aurora,  se encargaron de iluminar la escena.

Saqué alguna foto más esa noche, aunque no creo que me gustaran más que la que hoy os traigo. Cuando horas más tarde me acosté en una litera de nuestra cabaña de Hamnoy, lo hice con una sonrisa en la cara. Hacía pocas horas que estábamos montados en un avión y ya nos habíamos llevado algunas fotos en las que la Dama Verde nos sonreía. Lo mejor fue saber que el tiempo iba a respetar en los días siguiente y que la predicción que daban sobre la intensidad de la actividad en lo que a Auroras Boreales se refería era igual o mejor que la de esa noche. ¿Era o no como para acostarse contento? 






0 comentarios:

Publicar un comentario